No seas de izquierdas
ni de derechas
ni, mucho menos, del centro
que es una entelequia;
sé de la Verdad.
No soy partidario
de los partidos políticos, porque considero que son los peores enemigos de la
democracia: para ellos, su verdad es la Verdad; y su bien, el único bien; cada
partido acepta la existencia de los demás como único medio para la
"conservación de la especie", pero su fin es conseguir que toda la
sociedad piense y actúe según sus consignas; quieren un mundo de color gris. Yo
entiendo que la sociedad debe ser como un jardín multicolor en el que todas sus
plantas crezcan hacia el Sol. Y eso no es todo: su más ferviente actividad es
el fuego, amigo o enemigo; la guerra sucia...
La democracia es una estrella muy hermosa que encandila el alma de la
gente sencilla; pero vienen los hijos de la noche y le roban la luz: saben muy
bien que en la luz sus cuerpos se desvanecen.
Puesto que los
partidos políticos han conseguido imponerse en todo el mundo; disfrazando su
tiranía con la máscara de la democracia, LO CUAL EXIGE UNA PROFUNDA REFLEXIÓN;
sólo tenemos dos opciones: primera, ¡rechazarlos!, impidiendo que formen parte
de nuestra vida; segunda, aceptarlos como malos ejecutores, necesarios pero no
imprescindibles, del régimen establecido (“democracia”). Si elegimos la segunda
opción, debemos olvidarnos de la excelencia ya que ésta es hija de la bondad;
para hacerla compatible con una cierta dignidad, sería condición necesaria e
imprescindible que los partidos sigan el guion que rige los destinos del pueblo
y que este guion y su desarrollo sea escrito por gente (los legisladores)
excelente, aquellos que destacan por su bondad o merito, es decir, por personas
ajenas a la política; y que sus expresiones sean justas, breves y claras, sin
ningún tipo de privilegio. En tal caso (régimen de partidos), el pueblo debe
elegir la excepción, que confirma la regla: un partido, formado por militantes
honestos y valientes, con vocación de servicio, que frene las maldades de los
otros partidos y mantenga vivos los valores fundamentales de un pueblo sano y realmente
libre. Un partido que defienda:
La inquebrantable
unidad de su pueblo.
La existencia y
aplicación de una justicia verdadera; fuente da la que emana la libertad y la
paz de los pueblos: “La justicia verdadera es el pan de los pobres y el aliento
de los débiles”.
El derecho a la
vida desde el momento mismo de la concepción.
El derecho y el
deber al trabajo para toda persona en edad y condiciones de trabajar, con una retribución
que le permita vivir con dignidad.
El derecho de todas
las personas que por su edad u otras circunstancias no puedan trabajar, a
recibir una remuneración que le permita vivir con igual dignidad que las
personas que pueden hacerlo.
El estado real de
bienestar, acorde con las posibilidades del pueblo; sin endeudamientos que
hipotequen la vida de las futuras generaciones.
El rechazo rotundo
a la demagogia (el halago a la plebe para hacerla instrumento de la propia
ambición política).
El respeto a la
historia verdadera del pueblo; esencia de su propio ser y fuente de conocimiento
necesario para evitar que se repitan los errores cometidos.
El derecho al
honor de los que luchan con nobleza en la defensa de sus ideales, con
independencia del bando en el que luchen.
La no
discriminación entre hombres y mujeres o entre mujeres y hombres: que “Tanto
monta, monta tanto...”.
La igualdad real
de oportunidades para todos los ciudadanos.
Etc.
Sin duda, éste
Partido sería acusado, por los demás partidos, de enemigo de la democracia; precisamente,
lo que ellos son: ¡MALDITOS ESPECULADORES DE LA PALABRA!
MANUEL CAMACHO