¿Hasta cuándo
tanta mentira!
¿Hasta cuándo
tanto pavor!
¿Hasta cuándo
tanta miseria!..
Los virus no son seres
inteligentes que establecen
activas estrategias,
en su lucha por acabar
con la vida en la Tierra;
si lo fueran, los virus
tendría patas.
Los virus, como tales conocidos,
son, tan sólo, toxinas
(sustancias venenosas)
que, cuando invaden una célula
la célula responde
reproduciendo, en multitud,
la toxina invasora;
hasta un estado crítico
si el organismo,
al que pertenece la célula,
no dispone de
la adecuada defensa:
sistema inmunitario
fuerte, que lo proteja.
Proceso semejante al
de un virus informático
que entra en un ordenador, y
se reproduce indefinidamente
hasta que la computadora
se bloquea o estalla;
si la computadora no dispone
de un antivirus eficaz
que lo elimine.
Las mutaciones, las temidas cepas,
no son sofisticadas estrategias
de una brillante inteligencia,
que no existe;
no, son alteraciones simples, con
carácter propio,
que se producen
en algunas de las toxinas
durante la reproducción
de las mismas; y que,
por las características
de la reproducción,
pueden, estadísticamente,
aparecer en las distintas
zonas pandémicas;
aunque acaban adjudicadas
a una zona determinada.
Más allá de la cepa, lo importante
es cómo combatir los virus;
que puede ser:
por medio de un antídoto,
que neutralice la toxina,
o, lo realmente efectivo,
mediante las defensas propias
(sistema inmunitario)
del organismo contagiado,
estimulando éste
con una vida sana
y, si procede, con
una vacuna natural
que estimule la producción
de anticuerpos;
sin alterar esencias,
para evitar que los remedios
sean peores que la enfermedad.
Combatirlo con medios
o con procedimientos que alteren
la esencia de los cuerpos afectados,
y obligar a la gente,
de manera directa o indirecta,
a que pase por ello:
no puede ser acción más canallesca
ni aceptación más cobarde.
M. Camacho