sábado, 21 de enero de 2017

MALDITOS ESPECULADORES DE LA PALABRA






       No seas de izquierdas
       ni de derechas
       ni, mucho menos, del centro
       que es una entelequia;
       sé de la Verdad.




No soy partidario de los partidos políticos, porque considero que son los peores enemigos de la democracia: para ellos, su verdad es la Verdad; y su bien, el único bien; cada partido acepta la existencia de los demás como único medio para la "conservación de la especie", pero su fin es conseguir que toda la sociedad piense y actúe según sus consignas; quieren un mundo de color gris. Yo entiendo que la sociedad debe ser como un jardín multicolor en el que todas sus plantas crezcan hacia el Sol. Y eso no es todo: su más ferviente actividad es el fuego, amigo o enemigo; la guerra sucia...

La democracia es una estrella muy hermosa que encandila el alma de la gente sencilla; pero vienen los hijos de la noche y le roban la luz: saben muy bien que en la luz sus cuerpos se desvanecen.

Puesto que los partidos políticos han conseguido imponerse en todo el mundo; disfrazando su tiranía con la máscara de la democracia, LO CUAL EXIGE UNA PROFUNDA REFLEXIÓN; sólo tenemos dos opciones: primera, ¡rechazarlos!, impidiendo que formen parte de nuestra vida; segunda, aceptarlos como malos ejecutores, necesarios pero no imprescindibles, del régimen establecido (“democracia”). Si elegimos la segunda opción, debemos olvidarnos de la excelencia ya que ésta es hija de la bondad; para hacerla compatible con una cierta dignidad, sería condición necesaria e imprescindible que los partidos sigan el guion que rige los destinos del pueblo y que este guion y su desarrollo sea escrito por gente (los legisladores) excelente, aquellos que destacan por su bondad o merito, es decir, por personas ajenas a la política; y que sus expresiones sean justas, breves y claras, sin ningún tipo de privilegio. En tal caso (régimen de partidos), el pueblo debe elegir la excepción, que confirma la regla: un partido, formado por militantes honestos y valientes, con vocación de servicio, que frene las maldades de los otros partidos y mantenga vivos los valores fundamentales de un pueblo sano y realmente libre. Un partido que defienda:

La inquebrantable unidad de su pueblo.

La existencia y aplicación de una justicia verdadera; fuente da la que emana la libertad y la paz de los pueblos: “La justicia verdadera es el pan de los pobres y el aliento de los débiles”.

El derecho a la vida desde el momento mismo de la concepción.

El derecho y el deber al trabajo para toda persona en edad y condiciones de trabajar, con una retribución que le permita vivir con dignidad.

El derecho de todas las personas que por su edad u otras circunstancias no puedan trabajar, a recibir una remuneración que le permita vivir con igual dignidad que las personas que pueden hacerlo.

El estado real de bienestar, acorde con las posibilidades del pueblo; sin endeudamientos que hipotequen la vida de las futuras generaciones.

El rechazo rotundo a la demagogia (el halago a la plebe para hacerla instrumento de la propia ambición política).

El respeto a la historia verdadera del pueblo; esencia de su propio ser y fuente de conocimiento necesario para evitar que se repitan los errores cometidos.

El derecho al honor de los que luchan con nobleza en la defensa de sus ideales, con independencia del bando en el que luchen.

La no discriminación entre hombres y mujeres o entre mujeres y hombres: que “Tanto monta, monta tanto...”.

La igualdad real de oportunidades para todos los ciudadanos.

Etc.

Sin duda, éste Partido sería acusado, por los demás partidos, de enemigo de la democracia; precisamente, lo que ellos son: ¡MALDITOS ESPECULADORES DE LA PALABRA!


                                                                                MANUEL CAMACHO 


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