Axarquía:
tierra de romeros;
tierra de gratos recuerdos.
En un rincón soleado,
de la hermosa Andalucía,
creó Dios un paraíso;
y le llamó la Axarquía.
Sus montes besan el cielo
y se bañan en la mar;
sus pueblos, de cal pintados,
son palomas de la paz
que se han posado en sus campos;
y despiertan la conciencia
de aquellos hombres perversos
que provocan las contiendas.
Sus mujeres, flor y nata;
con aroma de jazmín,
sangre que quema en las venas,
una biznaga en su pelo
y sabor a hierbabuena.
Sus hombres, canela fina;
con el pecho al descubierto,
el alma de aventurero,
un corazón que se escapa
y porte de caballero.
MANUEL CAMACHO