La sabiduría es una flor que brota en un
corazón de luz.
No hay mayor sabiduría que la de
aquellas personas:
que sacan alegría del pozo de las
tristezas,
que encuentran ilusiones en el barranco
de los desengaños,
que no pierden la sonrisa en el valle de
las lágrimas,
que se llenan de entusiasmo en la fuente
de los desalientos...;
que saben encontrar un oasis en el
desierto.
No; no es más sabio quien más sabe, sino
aquél
que más cerca está de la verdad.
Queridos amigos, ¡Buenas tardes!: con
sabor a dátiles (fruto de la palmera que representa la victoria, la paz y la
vida eterna), y con aroma de tulipanes rojos (tulipa systola: flor de primavera
en el desierto).
Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Mateo 22-14
He de confesaros que, cuando leí en la Biblia que tan sólo 144.000
almas serán rescatadas en el Juicio Final, pensé en las infinitas almas, entre
animales (incluido el hombre) y plantas que pueblan nuestro planeta, y me
pareció ¡un enorme disparate!; pero cuando entendí que se refería al “homo
sapiens” (a los hombres), aunque el número sigue siendo sorprendente, dado que,
en la actualidad la Tierra está habitada por unos 7.500.000.000 de seres
humanos y que desde la aparición del homo sapiens, hace 55.000 años, se calcula
que la han habitado, incluyendo los actuales, unos 115.000.000.000 de estos, la
cifra no me pareció tan disparatada (a lo mejor no somos tantos, sólo que
vivimos en un laberinto de cristal) porque entiendo que los hombres, y cuando
digo hombres me refiero a los seres humanos (hombres y mujeres) adultos, no
hemos hecho los deberes; no hemos sido fieles al sentido de nuestras vidas,
dejar a nuestros descendientes un mundo mejor (un mundo más justo, más libre,
más humano..: abrir manantiales de agua fresca y cristalina, cultivar campos de
trigo, ensanchar los caminos.... Y en
lugar de esto, nos hemos lavado con el sudor de nuestros ancestros, nos hemos
comido el pan de nuestros nietos, hemos abierto zanjas en los caminos...); por
acción u omisión, hemos convertido este Paraíso, el que llamamos mundo, en un
desierto de sombras. Y todo ello, en un continuo desafío a la voluntad divina. Me
temo que la historia se repita: hubo un tiempo en el que un arcangel llamado
Luzbel quiso ser más que Dios, y acabo convertido en Lucifer; cabe pensar que si
el hombre no cambia de rumbo, acabe convertido en una bestia; y esto, tal vez se
encuentre más cerca de lo que pensamos. La gota de agua que colme la paciencia
de Dios puede ser ese proyecto (denominado “Conectoma Humano”) en el que la
comunidad científica está orientando sus investigaciones para alcanzar una
descripción completa de la conectividad a gran escala de distintas regiones del
cerebro; cuya consecución (a veces me pregunto si ya no lo habrán conseguido)
abre la puerta de la inmortalidad de “La Bestia”.
Ahora, será a vosotros a
quienes les parecerá, y con razón, que soy yo quien está en el disparate; pero
creedme, no es ficción, la realidad supera la imaginación. Y esto ya nadie lo
remedia; salvo la generosidad, que es el amor al prójimo; y la belleza, que es
la flor del Amor.
Asociaciones sin ánimo de lucro, que estimulan la generosidad de las
almas y la creatividad en la belleza, como la que nos ha convocado a esta
hermosa velada (Asociación de Artistas, Creadores y Escritores en defensa de
los derechos Humanos, tan espléndidamente representada por su vicepresidenta
Dña. María Manuela (Mayla ) de Barbeito), son un oasis de luz en este desierto
de sombras; por lo que me siento muy honrado con su invitación: ¡que su luz sea
luz de esperanza!
Mi cordial felicitación a los premiados esta noche: Dña. Sol Reino
(empresaria, RR. PP.; expone su Obra Artística), D. Raúl Ibarra (poeta del
sonido, con su “Soprano de Acero”), D. Demetrio Gonzáles (actor) y D. Antonio
Ruiz (escritor, poeta, presidente de “Arte Total”) que, por razones de salud,
no ha podido asistir para recoger su galardón y recibir un merecido aplauso; a
nuestra Invitada de Honor Dña. Gloria Blanco (profesora altruista de baile), también ausente por motivos de salud; y
a todos los presentes, visibles e invisibles, en esta hermosa velada. Y mi más
profunda gratitud a los hombres y mujeres de la Asociación que nos convoca,
especialmente, a su vicepresidenta. Naturalmente, las almas de unos y otros (de todos los aquí presentes),
si continuamos viviendo en la generosidad y en la belleza, estarán entre las rescatadas.
El amor es el camino: ¡muchas gracias!
MANUEL CAMACHO