sábado, 2 de junio de 2018

LA AXARQUÍA, TIERRA DE ROMEROS II






A La Axarquìa,
comarca hermosa
de Málaga la bella.


En un rincón soleado,
de la hermosa Andalucía,
creó Dios un paraíso;
y le llamó La Axarquía.

Sus montes besan el cielo
y se bañan en la mar;
sus pueblos, de cal pintados,
blancas palomas de paz.

La Axarquía:
tierra encantada, lugar de encuentro;
donde confluyen todas las magias
y cobran vida todos los sueños.

Sus mujeres,  flor y nata;
con sangre que arde en las venas,
una  biznaga en el pelo
y  sabor a hierbabuena.

Sus hombres, canela fina;
con alma de aventurero,
un corazón que se escapa
y porte de caballero.

La Axarquía:
tierra encantada, lugar de encuentro;
donde confluyen todas las magias
y cobran vida todos los sueños.

Sus niños, camelia blanca;
con la sonrisa prendida,
una ilusión que deslumbra
y gratitud por la vida.

Sus ancianos, miel dorada;
con aroma de romero,
una mirada serena
y dicción de terciopelo.

La Axarquía:
tierra encantada, lugar de encuentro;
donde confluyen todas las magias
y cobran vida todos los sueños.

La Axarquía:
tierra encantada, lugar de encuentro;
donde confluyen todas las magias
y cobran vida todos los sueños.


                            M. Camacho




viernes, 1 de junio de 2018

SAYALONGA, RUTA DEL SOL Y DEL VINO





En la malagueña
comarca  andaluza,
llamada Axarquía,
tienes cinco rutas:

Ruta de la pasa,
del sol y aguacate,
del sol y del vino,
de montes  y aceite,

ruta del mudéjar;
que son las  delicias
de los visitantes
que a ellas visitan.

En una de ellas,
la del sol y el vino,
está Sayalonga,
un pueblo divino.

Sus campos se visten,
según el momento,
de verdes viñedos
y blancos almendros;

nunca están desnudos,
siempre llevan puestos
frondosos olivos
cubriendo su cuerpo;

nísperos, naranjos,
olmos, limoneros...
donde anida y canta
el lindo jilguero;

y otras lindas prendas
que adornan su pelo:
rosales, claveles,
jazmines, romeros...

Sus hombres son recios,
sus mujeres bellas,
sus niños alegres
como castañuelas;

gente hospitalaria,
gente transparente
como el agua clara
de sus claras fuentes.

Su historia  fue escrita,
con plumas de acero,
en la  piel reseca
de resecos suelos;

y sangre brotando
de dedos mordidos,
entre perejiles,
bajo los olivos.

Una nueva historia
se  escribe en el pueblo,
con tinta de cobre
que viene de lejos:

se vende la tierra,
se venden los sueños,
se vende la historia,
se  vende  el misterio;

de aquellos almendros,
de aquellos viñedos...
tan sólo nos queda
un grato recuerdo.

¡Ay blancos almendros!,
¡ay verdes viñedos!;
que vivieron pobres,
y ricos murieron.

            M. Camacho

martes, 29 de mayo de 2018

lunes, 28 de mayo de 2018

miércoles, 23 de mayo de 2018

CANTO A SAYALONGA





     A Sayalonga,
     mi pueblo.


Perdido  entre las montañas
de la mágica Axarquía;
que es comarca malagueña,
la bella de Andalucía;

existe un hermoso pueblo,
hospitalario y gentil;
un paraíso de ensueño
para vivir y morir;

le pusieron Sayalonga,
y lo pintaron de  cal;
es una paloma blanca
mensajera de la paz.

Allí tengo mis raíces,
allí se forjó mi esencia;
hoy, por cosas del destino,
no gozo de  su presencia.

Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.

Su historia, poema épico,
no está en los libros de texto;
está escrito en sus laderas
con finas plumas de acero.

Los versos de su poema
asombran a quien los oye;
trabajo de sol a luna,
sin lamentos ni reproches.

Es la historia de mi pueblo,
orgullo sayalonguino;
nunca te podré olvidar
aunque pasara del siglo.

Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.

El fruto de su trabajo
quiere compartir contigo:
la alegría de sus viñas,
el oro de sus olivos,

la belleza del paisaje,
la luz que alumbra el camino,
la paz que regala el alma...;
el abrazo de un amigo.

Anímate caminante;
anímate aventurero;
el pueblo entero te espera,
está muy cerca del cielo.

Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.

Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.

Te esperamos, caminante,
si  quieres tocar el cielo...
 
                     M. Camacho