A Sayalonga,
mi pueblo.
Perdido entre las
montañas
de la mágica Axarquía;
que es comarca malagueña,
la bella de Andalucía;
existe un hermoso pueblo,
hospitalario y gentil;
un paraíso de ensueño
para vivir y morir;
le pusieron Sayalonga,
y lo pintaron de
cal;
es una paloma blanca
mensajera de la paz.
Allí tengo mis raíces,
allí se forjó mi esencia;
hoy, por cosas del destino,
no gozo de su
presencia.
Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.
Su historia, poema épico,
no está en los libros de texto;
está escrito en sus laderas
con finas plumas de acero.
Los versos de su poema
asombran a quien los oye;
trabajo de sol a luna,
sin lamentos ni reproches.
Es la historia de mi pueblo,
orgullo sayalonguino;
nunca te podré olvidar
aunque pasara del siglo.
Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.
El fruto de su trabajo
quiere compartir contigo:
la alegría de sus viñas,
el oro de sus olivos,
la belleza del paisaje,
la luz que alumbra el camino,
la paz que regala el alma...;
el abrazo de un amigo.
Anímate caminante;
anímate aventurero;
el pueblo entero te espera,
está muy cerca del cielo.
Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.
Sayalonga, sayalonga,
pueblo donde yo nací;
no pasa ni un solo día (bis)
sin que me acuerde de ti.
Te esperamos, caminante,
si
quieres tocar el cielo...
M. Camacho
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