PENAS
CON ESPERANZA
Aunque
te cueste creerlo,
quiero
vivir con mis penas:
penas
negras, penas blancas;
penas
que hieren, que alivian;
penas
que te causan pena
en
lo profundo del alma;
penas
que arrancan sonrisas
de
los campos estelares;
penas
que llenan mi vida
de
recuerdos imborrables;
recuerdos
que me acompañan
y
matan mis soledades.
Quiero
que no se marchiten;
quiero
que nunca se vayan;
quiero
que sigan conmigo
de
noche, por la mañana,
a
todas horas del día,
de
días que nunca acaban;
que
se queden para siempre
dentro,
muy dentro del alma.
Porque
si ellas se marchitan;
se marchitan o se marchan,
me
quedaría vacío,
con
el cuerpo, sin el alma;
porque
mis penas, amigo,
son
penas con esperanza;
penas
que a mi me recuerdan
un
amor que nunca acaba;
un
amor que crece y crece,
y
llena el tronco de ramas;
un
amor que se desnuda,
se
desnuda de su cuerpo,
y
desnudo me acompaña;
para
no dejarme solo,
con
el cuerpo, sin el alma.
Por
eso, amigo, por eso,
aunque
te cueste creerlo,
quiero
vivir con mis penas;
porque
mis penas, amigo,
son
penas con esperanza.
Manuel Camacho
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