Hurgando en el baúl de mis recuerdos, encontré este texto; que escribí para un "Acto de amor" que iba a ser, y no fue...
QUÉ MANDÁIS HACER DE
MÍ: RESITAL POÉTICO MUSICAL, SOBRE SANTA TERESA DE JESÚS
PÓRTICO
Viaja ligero
de peso para que,
cuando llegues al final del trayecto,
puedas levantar el vuelo.
Queridos amigos:
Hay
momentos en la vida de las personas en
los que el cielo es más azul y la tierra más verde: son esos momentos dulces en
los que alguien o algo les toca el alma, y descubren un mundo nuevo. Uno de
esos momentos dulces lo vivió Francisco Cárdenas cuando visitó, por primera
vez, Ávila; la tierra de Santa Teresa de Jesús. El espíritu de la Santa, que
flota en el aire e impregna todas las piedras de la ciudad, le tocó el alma; y
Francisco se encendió de amor y se colmó de dicha. Por arte de magia, de dulce
magia, se abrió ante sus ojos el sendero de la felicidad, de la felicidad
verdadera; y vio, con suma claridad, que, para ser feliz, hay que desprenderse
de todo lo innecesario; soltar ese lastre de materialismo que nos impide
elevarnos. Y sintió la necesidad, la obligación, de hacer algo, de compartir su
dicha, de hacer llegar a los demás ese mensaje divino que le regalaba el alma.
Y compuso para el mundo, para todo el mundo, esta obra sublime a la que ha
titulado Qué mandáis hacer de mí; un título que realza la belleza de la
obra, pues se trata del verso con autonomía conceptual que unifica los diversos
pasajes que forman uno de los muchos y bellos poemas escritos por la santa de
Ávila (Vuestra soy, para Vos nací) en
el que Santa Teresa, desde la más pura humildad, se derrama en alabanzas, en
entrega...; en amor; a Dios.
Acércate a Dios con el corazón abierto y con
mucha humildad; entonces, notarás que un torrente de gracia inunda tu alma.
Qué mandáis hacer de mí es un
recital poético-musical en el que se respira el aroma de tres esencias divinas fundidas,
con el calor del amor, en un crisol de esperanza; un recital que estoy seguro
tocará el alma de todos aquellos que lo presencien:
La primera
esencia es la escena donde se representa la
obra, la celda donde vivía Santa
Teresa de Jesús; en la celda, todo sobra nada falta: cuatro paredes vacías
colgadas de un crucifijo; una cama con jergón de paja y, por almohada, un leño;
una mesa con unas hojas de papel y un
tintero con su pluma, para escribir sus versos. Santa Teresa miraba con los
ojos del alma. Y veía que la felicidad verdadera estaba junto a Dios; y que a
Dios se llega por la senda de la humildad, de la austeridad, del trabajo...;
del Amor.
Quien busca con amor, todo lo
encuentra.
La segunda
esencia es la poesía, escrita por Santa Teresa de Jesús y declamada por la voz prodigiosa
de la soprano Mercedes Bustos: unos poemas divinos cuya belleza y expresión de amor
traspasan la línea del horizonte y se adentra en el paisaje de los sueños. A
veces, los poetas, al escribir sus versos, notan que no es la mano la que
tira de la pluma, sino la pluma la que
tira de la mano. Cuando esto ocurre, el poeta se considera heraldo de un
mensaje divino; y se siente, junto a todos los seres humanos, “rama de un mismo
árbol”. Entonces, mira el papel y encuentra un poema escrito con su propia
letra; un poema como el siguiente, que se titula Ramas de un mismo árbol y dice:
Dios ayuda a los hombres con las manos
de los hombres,
Dios abraza a los hombres con los
brazos
de los hombres,
Dios arrulla a los hombres con el alma
de los hombres…
No le niegues tus manos
a Dios,
no le niegues tus brazos
a Dios,
no le niegues tu alma
a Dios...
Sin Dios, no somos nada;
tan sólo la sombra de un sueño.
Santa Teresa contaba
que: “... en el escribir de sus libros algunas veces le acontecía a ella, que
arrebatada en éxtasis, después de haber vuelto en sí, hallar escritas muchas
cosas de su letra, con su mano”.
La tercera
esencia es la música, compuesta por el propio autor de esta obra: una música
sencilla con aromas de genuina humildad que hace que los divinos poemas de
Santa Teresa de Jesús brillen con todo su esplendor; una música callada, de
serena quietud, que allana los caminos por los que transitan los sentimientos en
su búsqueda perenne de la felicidad.
La humildad
es la luz de todas las virtudes.
El mensaje
que nos trasmite esta obra es un mensaje de felicidad, de verdadera y eterna
felicidad. En la senda de la humildad, de la austeridad, del trabajo, de la
generosidad...; del Amor.
Si quieres encontrar el ansiado tesoro
de la felicidad, has de cavar
en el lugar marcado por la cruz.
Dios ha bendecido al autor de Qué mandáis hacer de mí, de esta sublime obra, con la inspiración necesaria para poder crearla; y a dodos
nosotros, dándonos la oportunidad de poder contemplarla.
¡Muchas gracias y mucho Amor!
MANUEL CAMACHO
FERNÁNDEZ