viernes, 9 de octubre de 2020

EN LA PRISIÓN DE LOS MIEDOS

 


 

EN LA PRISIÓN

DE LOS MIEDOS

 

La libertad es un árbol bello

que crece en el campo de batalla;

regado con la sangre de aquellos

que, con locura, la aman:

su raíz es la Justicia;

su flor es la Paz;

su fruto, ambrosía.

 

Libertad, libertad, libertad...

Todos, todos, la proclaman;

pero tan sólo la tienen

los que están dispuestos

a morir por ella,

los hombres bizarros.

 

Y, ¿dónde  están los hombres bizarros, ¡dónde?

 

En el cementerio,

el cementerio de los valientes;

en el portal de la gloria,

de la gloria eterna.

 

Y los demás hombres,

¿dónde están los demás hombres, ¡dónde?

 

Los demás hombres están

en la prisión de los miedos;

con aplausos, y en silencio;

soñando ser hombres libres,

sin quitarse los grilletes,

sin despertar de su sueño.

Los demás hombres están

sirviendo a los hombres grises,

secuaces de Satanás;

que, con perversas mentiras,

logran viciados aplausos,

y, con infundados miedos,

un silencio atronador.

Los demás hombres están

en el otro cementerio,

el cementerio de los cobardes,

el portal de los infiernos,

de los infiernos perpetuos:

ora, vestidos de carne;

luego, desnudos, sin cuerpo,

vagando por las arenas

de un infinito desierto...

 

Despierta, hombre, despierta;

espanta todos tus miedos,

y a los malditos secuaces,

secuaces de Satanás,

mándalos a los infiernos.

Abraza la libertad,

la libertad verdadera,

y dile que estás dispuesto

a dar tu vida por ella;

puesto que hemos de morir,

que la muerte sea heroica:

y lloverá en el desierto;

y, en el valle de las lágrimas,

florecerán los almendros...

 

                            M. Camacho

 

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