jueves, 5 de noviembre de 2020

ROJO SOBRE NEGRO

 


 

domingo, 1 de noviembre de 2020

SIN DUEÑO

 


 

CONTIGO ESTARÉ

 La soledad es una noche sin estrellas.



 

sábado, 24 de octubre de 2020

UNA ROSA Y UNA SOMBRA

 


 

miércoles, 21 de octubre de 2020

FARO DE LUNA

 Luna encendida.



 

POESÍA SIN VOZ


 

martes, 20 de octubre de 2020

HAIKU A LA AMISTAD

 


 

lunes, 19 de octubre de 2020

CORAZÓN TIERNO

Cuando el calor de la ternura derrite el corazón...
 

 
 
 

 

domingo, 18 de octubre de 2020

ABANDONO

Cierra los ojos, y ¡mírame!

 


 

sábado, 17 de octubre de 2020

POESÍA DE LUZ I


 

viernes, 16 de octubre de 2020

DULCE RETRATO

 


 

lunes, 12 de octubre de 2020

FELICITACIÓN

 

Cada año cumplido es un capítulo del libro de la vida:

¡escribe poesía..!



 

ACTO DE AMOR

 Hurgando en el baúl de mis recuerdos, encontré este texto; que escribí para un "Acto de amor" que iba a ser, y no fue...

 

 


  

QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ: RESITAL POÉTICO MUSICAL, SOBRE SANTA TERESA DE JESÚS

 

 

PÓRTICO

 

Viaja ligero de peso para que,

 cuando llegues al final del trayecto,

 puedas levantar el vuelo.

 

 

Queridos amigos:

 

Hay momentos  en la vida de las personas en los que el cielo es más azul y la tierra más verde: son esos momentos dulces en los que alguien o algo les toca el alma, y descubren un mundo nuevo. Uno de esos momentos dulces lo vivió Francisco Cárdenas cuando visitó, por primera vez, Ávila; la tierra de Santa Teresa de Jesús. El espíritu de la Santa, que flota en el aire e impregna todas las piedras de la ciudad, le tocó el alma; y Francisco se encendió de amor y se colmó de dicha. Por arte de magia, de dulce magia, se abrió ante sus ojos el sendero de la felicidad, de la felicidad verdadera; y vio, con suma claridad, que, para ser feliz, hay que desprenderse de todo lo innecesario; soltar ese lastre de materialismo que nos impide elevarnos. Y sintió la necesidad, la obligación, de hacer algo, de compartir su dicha, de hacer llegar a los demás ese mensaje divino que le regalaba el alma. Y compuso para el mundo, para todo el mundo, esta obra sublime a la que ha titulado Qué mandáis hacer de mí; un título que realza la belleza de la obra, pues se trata del verso con autonomía conceptual que unifica los diversos pasajes que forman uno de los muchos y bellos poemas escritos por la santa de Ávila (Vuestra soy, para Vos nací) en el que Santa Teresa, desde la más pura humildad, se derrama en alabanzas, en entrega...; en amor; a Dios.

 

Acércate a Dios con el corazón abierto y con mucha humildad; entonces, notarás que un torrente de gracia inunda tu alma.

 

Qué mandáis hacer de mí es un recital poético-musical en el que se respira el aroma de tres esencias divinas fundidas, con el calor del amor, en un crisol de esperanza; un recital que estoy seguro tocará el alma de todos aquellos que lo presencien:

 

La primera esencia es la escena donde se representa la  obra,  la celda donde vivía Santa Teresa de Jesús; en la celda, todo sobra nada falta: cuatro paredes vacías colgadas de un crucifijo; una cama con jergón de paja y, por almohada, un leño; una mesa  con unas hojas de papel y un tintero con su pluma, para escribir sus versos. Santa Teresa miraba con los ojos del alma. Y veía que la felicidad verdadera estaba junto a Dios; y que a Dios se llega por la senda de la humildad, de la austeridad, del trabajo...; del Amor.

 

Quien busca con amor, todo lo encuentra.

 

La segunda esencia es la poesía, escrita por Santa Teresa de Jesús y declamada por la voz prodigiosa de la soprano Mercedes Bustos: unos poemas divinos cuya belleza y expresión de amor traspasan la línea del horizonte y se adentra en el paisaje de los sueños. A veces, los poetas, al escribir sus versos, notan que no es la mano la que tira  de la pluma, sino la pluma la que tira de la mano. Cuando esto ocurre, el poeta se considera heraldo de un mensaje divino; y se siente, junto a todos los seres humanos, “rama de un mismo árbol”. Entonces, mira el papel y encuentra un poema escrito con su propia letra; un poema como el siguiente, que se titula Ramas de un mismo árbol y dice:

 

Dios ayuda a los hombres con las manos

de los hombres,

Dios abraza a los hombres con los brazos

de los hombres,

Dios arrulla a los hombres con el alma

de los hombres…

No le niegues tus manos

a Dios,

no le niegues tus brazos

a Dios,

no le niegues tu alma

a Dios...

Sin Dios, no somos nada;

tan sólo la sombra de un sueño.

 

Santa Teresa contaba que: “... en el escribir de sus libros algunas veces le acontecía a ella, que arrebatada en éxtasis, después de haber vuelto en sí, hallar escritas muchas cosas de su letra, con su mano”.

 

La tercera esencia es la música, compuesta por el propio autor de esta obra: una música sencilla con aromas de genuina humildad que hace que los divinos poemas de Santa Teresa de Jesús brillen con todo su esplendor; una música callada, de serena quietud, que allana los caminos por los que transitan los sentimientos en su búsqueda perenne de la felicidad.

 

La humildad es la luz de todas las virtudes.

 

El mensaje que nos trasmite esta obra es un mensaje de felicidad, de verdadera y eterna felicidad. En la senda de la humildad, de la austeridad, del trabajo, de la generosidad...; del Amor.

 

Si quieres encontrar el ansiado tesoro

de la felicidad, has de cavar

en el lugar marcado por la cruz.

 

Dios ha bendecido al autor de Qué mandáis hacer de mí, de esta sublime obra, con la inspiración necesaria para poder crearla; y a dodos nosotros, dándonos la oportunidad de poder contemplarla.

 

 ¡Muchas gracias y mucho Amor!

 

 

MANUEL CAMACHO FERNÁNDEZ

 

viernes, 9 de octubre de 2020

EN LA PRISIÓN DE LOS MIEDOS

 


 

EN LA PRISIÓN

DE LOS MIEDOS

 

La libertad es un árbol bello

que crece en el campo de batalla;

regado con la sangre de aquellos

que, con locura, la aman:

su raíz es la Justicia;

su flor es la Paz;

su fruto, ambrosía.

 

Libertad, libertad, libertad...

Todos, todos, la proclaman;

pero tan sólo la tienen

los que están dispuestos

a morir por ella,

los hombres bizarros.

 

Y, ¿dónde  están los hombres bizarros, ¡dónde?

 

En el cementerio,

el cementerio de los valientes;

en el portal de la gloria,

de la gloria eterna.

 

Y los demás hombres,

¿dónde están los demás hombres, ¡dónde?

 

Los demás hombres están

en la prisión de los miedos;

con aplausos, y en silencio;

soñando ser hombres libres,

sin quitarse los grilletes,

sin despertar de su sueño.

Los demás hombres están

sirviendo a los hombres grises,

secuaces de Satanás;

que, con perversas mentiras,

logran viciados aplausos,

y, con infundados miedos,

un silencio atronador.

Los demás hombres están

en el otro cementerio,

el cementerio de los cobardes,

el portal de los infiernos,

de los infiernos perpetuos:

ora, vestidos de carne;

luego, desnudos, sin cuerpo,

vagando por las arenas

de un infinito desierto...

 

Despierta, hombre, despierta;

espanta todos tus miedos,

y a los malditos secuaces,

secuaces de Satanás,

mándalos a los infiernos.

Abraza la libertad,

la libertad verdadera,

y dile que estás dispuesto

a dar tu vida por ella;

puesto que hemos de morir,

que la muerte sea heroica:

y lloverá en el desierto;

y, en el valle de las lágrimas,

florecerán los almendros...

 

                            M. Camacho

 

miércoles, 30 de septiembre de 2020

SECRETO DE AMOR (COMPOSICIÓN)

 


 

martes, 29 de septiembre de 2020

LA CARRETA DE LA INFAMIA

 


 

domingo, 27 de septiembre de 2020

OJOS DE AMOR

 Haiku al Amor.


 

martes, 22 de septiembre de 2020

MUCHO MAL Y POCO BIEN

 

PARTE I:

EL PROBLEMA

  

          En medicina,

          lo que no cura

          envenena.

 

 

¿Quién parará esta locura?

¿Quién apagará este infierno?

Cada día, más cadenas;

cada día, más sanciones...

Estas son las ocurrencias,

estas son las soluciones;

de aquellos que nos dirigen,

de aquellos que nos gobiernan;

con especial insistencia

en usar la mascarilla,

que pasa a ser obligado

el llevarla siempre puesta;

pero que no lleve válvula,

porque, si la lleva, ¡multa!;

pues, aquella que la lleva

es “mascarilla egoísta”,

como suelen nominarla

expertos de pacotilla;

esto alza mi indignación

ya que en mi humilde entender

las mascarillas con válvula

protegen más y mejor.

A pesar de todo ello;

las mayores restricciones,

las más pesadas cadenas

y las más altas sanciones

(sólo queda el tapaculos;

retiro este comentario,

peligroso es dar ideas

a peligrosos bellacos):

cada día, más contagios;

cada día, más pandemia;

cada día, menos vida;

cada día, más pobreza.

Esta es nuestra situación;

y aquellas, sus ocurrencias.

A la vista de lo visto,

y lo que queda por ver,

cabe tener serias dudas,

que quisiera esclarecer:

duda sobre la pandemia,

duda de las restricciones,

duda de las mascarillas,

duda de las intenciones...

Pues, pienso que  la ignorancia

y  la falta de honradez

terminan por provocar

mucho mal y  poco bien.

 

 

PARTE II:

LA SOLUCIÓN

 

Según la  propia intuición,

el amor a la verdad

y el sentido del honor,

creo poder indicar

donde está la solución

a esta pandemia infernal:

Andar con mucha prudencia,

no debemos olvidar;

si siempre fue conveniente,

en esta caso es vital.

Espantar todos tus miedos,

ponerte un alto valor...;

que nadie pueda comprarte

si no paga con amor.

“Apartar a los pirómanos

de los cuerpos de bomberos;

desinfectar lo tocado;

y elegir bomberos nuevos.

Averiguar el origen

y difusión de los fuegos;

y, si existieran culpables,

que paguen por lo que hicieron”.

Evitar concentraciones

que estén fuera de lugar,

y guardar cierta distancia

cuando se deba guardar.

La renovación del aire

y el lavado de las manos,

es una sana costumbre

para mantenerse sano.

Actuar con valor, pensando

en la Tierra y en la gente:

los sanos a trabajar

y a disfrutar de la vida;

que el trabajo es saludable,

y  la  vida sólo es vida

si se vive alegremente.

Los enfermos a curarse;

los enfermos de verdad,

pues, los sanos no se curan,

sólo pueden enfermar;

una especial atención

a los mayores de edad,

es el mayor exponente

de una sana sociedad.

Pero lo más importante,

sin ello no hay solución,

es que brille la verdad

en toda la información.

Y todos juntos luchar

por una vida mejor,

que dé sentido a la Vida:

una vida en el amor;

una vida en la justicia;

una vida en libertad;

una vida en la sonrisa;

una vida en la Verdad...

 

 

EPÍLOGO

 

Si no le echamos valor,

y le ponemos remedio

a esta maldita locura;

seremos, no tengas duda,

un pueblo pobre y enfermo.

O, tal vez, algo peor;

¡dejaremos de ser pueblo!

 

                       M. Camacho