Que nadie piense por ti,
que nadie sienta por ti,
que nadie actúe por ti...;
sé tú mismo, siempre
y en todo lugar.
El coronavirus
ha venido
para
quedarse, por siempre;
hasta
el Final de los Tiempos;
que
será, si Dios no lo remedia,
más
pronto que tarde.
De que
se quede se encargan
los
hijos de Orco,
que
encuentran en el coronavirus
el arma
más contundente;
la
semilla más fecunda,
y en
España, el campo más fértil;
para
lograr su propósito,
su
propósito perverso,
el
control sobre la gente:
para
robarles el alma;
para
marcar su destino,
el
destino de las sombras;
para
matarles de miedo;
para
matarles de muerte;
para
enterrarles en vida,
y
convertirles en zombis;
para disfrutar
jugando
al
macabro juego de la muerte.
Están
convencidos de que ganarán;
cuentan
con tu miedo y
con
todos los comodines;
pero no
te rindas, ¡por favor!,
no te
rindas: “La maldad
los
hace cobardes”;
su
valor se apoya en tu miedo
y su
fuerza, en tu flaqueza;
lucha
por tu libertad,
lucha
por tu vida;
hasta
morir, si es preciso;
no le
tengas miedo al miedo,
no le
temas a la muerte:
“Morir
por la libertad,
es
vivir eternamente”.
Sí, el coronavirus
ha venido
para
quedarse , por siempre;
hasta
el Final de los Tiempos
o hasta
que el hombre sea hombre:
hombre
valiente y honesto
que
denuncia la mentira,
que
defiende la verdad,
que
reclama la justicia,
que no
tiene miedo al miedo,
que no
le teme a la muerte...
M. Camacho