Mi infancia son recuerdos de un pueblo en la Axarquía; mi vida, la ilusión por un mundo mejor... Si compartes esta ilusión, aquí tienes un espacio para sembrar la esperanza.
viernes, 14 de septiembre de 2018
miércoles, 8 de agosto de 2018
miércoles, 20 de junio de 2018
domingo, 10 de junio de 2018
CUANDO LOS CHOPOS MUEREN
Su corazón se
rindió a los versos del poeta de la libertad; entonces sintió lo que nunca
antes había sentido, el peso de la esclavitud y de su cobardía; y lloró con
amargura.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque nos gobierne
gente sin palabra,
gente que ha vendido
a Satán su alma.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque los valores
ya no valgan nada;
y el que menos tiene,
más lejos cabalga.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque la injusticia
campee a sus anchas,
por campos sembrados
con promesas falsas.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque nos endeuden
hasta las pestañas,
y luego presuman
de grandes hazañas
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque unos traidores
quieran trocearla,
con sucias mentiras
y acciones malvadas.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque la verdad
sea falseada,
por unos farsantes
que buscan ganancias.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque el Parlamento
sea un gallinero,
con gallinas lluecas
que no ponen huevos
y agitan sus alas
dando gordos truenos.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?;
aunque unos malditos,
hijos del averno,
nos aten las manos
con leyes injustas,
propias de tiranos,
que al malo hacen bueno,
y al bueno hacen malo.
¿Qué pasa en mi Patria,
que no pasa nada?..
Que han muerto los chopos:
los mató el invierno,
los mató la sombra,
los mató el silencio...
M.
Camacho
sábado, 2 de junio de 2018
LA AXARQUÍA, TIERRA DE ROMEROS II
A La Axarquìa,
comarca hermosa
de Málaga la bella.
En un rincón soleado,
de la hermosa Andalucía,
creó Dios un paraíso;
y le llamó La Axarquía.
Sus montes besan el cielo
y se bañan en la mar;
sus pueblos, de cal pintados,
blancas palomas de paz.
La Axarquía:
tierra encantada, lugar de
encuentro;
donde confluyen todas las
magias
y cobran vida todos los
sueños.
Sus mujeres, flor y nata;
con sangre que arde en las
venas,
una biznaga en el pelo
y sabor a hierbabuena.
Sus
hombres, canela fina;
con alma de aventurero,
un corazón que se escapa
y porte de caballero.
La Axarquía:
tierra encantada, lugar de
encuentro;
donde confluyen todas las
magias
y cobran vida todos los
sueños.
Sus niños, camelia blanca;
con la sonrisa prendida,
una ilusión que deslumbra
y gratitud por la vida.
Sus ancianos, miel dorada;
con aroma de romero,
una mirada serena
y dicción de terciopelo.
La Axarquía:
tierra encantada, lugar de
encuentro;
donde confluyen todas las
magias
y cobran vida todos los
sueños.
La Axarquía:
tierra encantada, lugar de
encuentro;
donde confluyen todas las
magias
y cobran vida todos los
sueños.
M. Camacho
viernes, 1 de junio de 2018
SAYALONGA, RUTA DEL SOL Y DEL VINO
En la malagueña
comarca andaluza,
llamada Axarquía,
tienes cinco rutas:
Ruta de la pasa,
del sol y aguacate,
del sol y del vino,
de montes y aceite,
ruta del mudéjar;
que son las delicias
de los visitantes
que a ellas visitan.
En una de ellas,
la del sol y el vino,
está Sayalonga,
un pueblo divino.
Sus campos se visten,
según el momento,
de verdes viñedos
y blancos almendros;
nunca están desnudos,
siempre llevan puestos
frondosos olivos
cubriendo su cuerpo;
nísperos, naranjos,
olmos, limoneros...
donde anida y canta
el lindo jilguero;
y otras lindas prendas
que adornan su pelo:
rosales, claveles,
jazmines, romeros...
Sus hombres son recios,
sus mujeres bellas,
sus niños alegres
como castañuelas;
gente hospitalaria,
gente transparente
como el agua clara
de sus claras fuentes.
Su historia fue escrita,
con plumas de acero,
en la piel reseca
de resecos suelos;
y sangre brotando
de dedos mordidos,
entre perejiles,
bajo los olivos.
Una nueva historia
se escribe en el pueblo,
con tinta de cobre
que viene de lejos:
se vende la tierra,
se venden los sueños,
se vende la historia,
se vende
el misterio;
de aquellos almendros,
de aquellos viñedos...
tan sólo nos queda
un grato recuerdo.
¡Ay blancos almendros!,
¡ay verdes viñedos!;
que vivieron pobres,
y ricos murieron.
M. Camacho
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