viernes, 2 de febrero de 2018

HOY SÉ... (SOBRE EL SILENCIO)







     Cuando te pienso, el silencio
      me habla de Amor...





Hoy sé que hay dos silencios: el silencio vivo, el silencio de la luz (el silencio del valor); y el silencio muerto, el silencio de las sombras (el silencio del miedo).

Hoy sé que: “No ha perdido la voz, sólo que ha hecho un voto de silencio para poder oír los latidos de tu corazón”.

Hoy sé que el amor es amigo del silencio.

Hoy sé que el amor es la “piedra filosofal” tan buscada por los alquimistas; su flor es el oro de la vida. El amor florece con la generosidad, con un dulce silencio, con una cálida mirada, etc.; y palidece con la indiferencia, el desprecio, el egoísmo, etc.

Hoy sé que las palabras son hermanas menores del silencio.

Hoy sé que los gritos más fuertes salen del silencio.

Hoy sé que cuando el silencio grita, los cristales se rompen.

Hoy sé que no debo olvidar la siguiente máxima: “Escucha los silencios del alma”.

Hoy sé que: “No tenía aliento para levantarse de la silla ni ánimo para quitarse el sombrero: por eso estaba sentado, con el sombrero puesto; por eso no dejaba de llorar, con lágrimas secas; por eso pedía perdón, con palabras de silencio. No tenía aliento para levantarse de la silla ni ánimo para quitarse el sombrero, pero su corazón estaba lleno de amor; por eso debo besar su frente”.

Hoy sé que: “Gime con razón y con dolor, en silencio; el grito de sus ojos no deja conciliar ensueño”.

Hoy sé que los gritos de amor nacen en la fuente de los silencios.

Hoy sé que una dulce sonrisa, una tierna mirada o un expresivo silencio; pueden ser, muchas veces,  tu mejor respuesta.

Hoy sé que hay palabras a las que sólo puede contestar el silencio.

Hoy sé que debo tener presente la siguiente máxima:  No le hables al silencio, ¡escúchalo!”.

Hoy sé que debo reflexionar sobre la siguiente máxima: ”Sustituye temor por amor, y oirás la voz del silencio.

Hoy sé, dulce amor, que: “Tus palabras son una suave brisa que aviva la voz del silencio”.

Hoy sé que la amistad es un sentimiento que pone voz al silencio.

Hoy sé que la amistad es una flor que perfuma los silencios.

Hoy sé que la amistad es un canto del silencio.

Hoy sé que eres un alma generosa: “He buscado palabras en el vocabulario para expresarte mi agradecimiento; y sólo las encuentro en el silencio. ¡Qué Dios te bendiga!”.

Hoy sé que para oír la verdad, es necesario el silencio.

Hoy sé que los mitos son voces del silencio.

Hoy sé que los tañidos que da el silencio rompen los tímpanos de los oídos de las almas negras.

Hoy sé que, muchas veces, el silencio es un grito de valor.

Hoy sé que debo reflexionar sobre la siguiente máxima: “Tres discursos, tres silencios: sacerdote, abogado y médico; ¿a qué le tienen miedo?”.

Hoy sé que; cuando se oye el silencio, el silencio muerto; el peligro asecha.

Hoy sé que las quejas no solucionan los problemas; los silencios muertos, tampoco: ¡Actúa!

Hoy sé que el amor es música, música que llena el infinito sin ocupar espacio; el desamor es silencio, silencio muerto (silencio que parte de la nada).

Hoy sé que debo atender la siguiente máxima: “No culpes al poeta por lo que cantan sus versos; cúlpale por sus silencios, por sus silencios muertos”.

Hoy sé que el poeta es un oidor de silencios, de silencios vivos.

Hoy sé que el arrepentimiento es un grito silente de dolor que suplica el perdón.

Hoy sé que debo tener presente la siguiente máxima: “Si no encuentras palabras para consolarle, consuélale con tu silencio”.

Hoy sé que: “ De poco sirve que prediques la verdad si la gente no te cree: ¡vívela en silencio!”.

Hoy sé que los árboles son silencios que nadie oye; los animales, gritos que nadie escucha; las personas, pregoneros en los que nadie repara.
 
                                                            M. Camacho

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