Cuando te pienso, el silencio
me habla de Amor...
Hoy sé que hay dos
silencios: el silencio vivo, el silencio de la luz (el silencio del valor); y
el silencio muerto, el silencio de las sombras (el silencio del miedo).
Hoy sé que: “No ha
perdido la voz, sólo que ha hecho un voto de silencio para poder oír los
latidos de tu corazón”.
Hoy sé que el amor es
amigo del silencio.
Hoy sé que el amor es la
“piedra filosofal” tan buscada por los alquimistas; su flor es el oro de la
vida. El amor florece con la generosidad, con un dulce silencio, con una cálida
mirada, etc.; y palidece con la indiferencia, el desprecio, el egoísmo, etc.
Hoy sé que las palabras
son hermanas menores del silencio.
Hoy sé que los gritos
más fuertes salen del silencio.
Hoy sé que cuando el
silencio grita, los cristales se rompen.
Hoy sé que no debo
olvidar la siguiente máxima: “Escucha los silencios del alma”.
Hoy sé que: “No tenía
aliento para levantarse de la silla ni ánimo para quitarse el sombrero: por eso
estaba sentado, con el sombrero puesto; por eso no dejaba de llorar, con
lágrimas secas; por eso pedía perdón, con palabras de silencio. No tenía
aliento para levantarse de la silla ni ánimo para quitarse el sombrero, pero su
corazón estaba lleno de amor; por eso debo besar su frente”.
Hoy sé que: “Gime con razón
y con dolor, en silencio; el grito de sus ojos no deja conciliar ensueño”.
Hoy sé que los gritos de
amor nacen en la fuente de los silencios.
Hoy sé que una dulce
sonrisa, una tierna mirada o un expresivo silencio; pueden ser, muchas
veces, tu mejor respuesta.
Hoy sé que hay palabras
a las que sólo puede contestar el silencio.
Hoy sé que debo tener presente
la siguiente máxima: ”No le hables al
silencio, ¡escúchalo!”.
Hoy sé que debo
reflexionar sobre la siguiente máxima: ”Sustituye temor por amor, y oirás
la voz del silencio.
Hoy sé, dulce amor, que: “Tus palabras
son una suave brisa que aviva la voz del silencio”.
Hoy sé que la amistad es
un sentimiento que pone voz al silencio.
Hoy sé que la amistad es
una flor que perfuma los silencios.
Hoy sé que la amistad es
un canto del silencio.
Hoy sé que eres un alma
generosa: “He buscado palabras en el vocabulario para expresarte mi
agradecimiento; y sólo las encuentro en el silencio. ¡Qué Dios te bendiga!”.
Hoy sé que para oír la
verdad, es necesario el silencio.
Hoy sé que los mitos son voces del silencio.
Hoy sé que los tañidos
que da el silencio rompen los tímpanos de los oídos de las almas negras.
Hoy sé que, muchas
veces, el silencio es un grito de valor.
Hoy sé que debo
reflexionar sobre la siguiente máxima: “Tres discursos, tres silencios:
sacerdote, abogado y médico; ¿a qué le tienen miedo?”.
Hoy sé que; cuando se oye
el silencio, el silencio muerto; el peligro asecha.
Hoy sé que las quejas no
solucionan los problemas; los silencios muertos, tampoco: ¡Actúa!
Hoy sé que el amor es
música, música que llena el infinito sin ocupar espacio; el desamor es
silencio, silencio muerto (silencio que parte de la nada).
Hoy sé que debo atender
la siguiente máxima: “No culpes al poeta por lo que cantan sus versos; cúlpale
por sus silencios, por sus silencios muertos”.
Hoy sé que el poeta es un
oidor de silencios, de silencios vivos.
Hoy sé que el
arrepentimiento es un grito silente de dolor que suplica el perdón.
Hoy sé que debo tener
presente la siguiente máxima: “Si no encuentras palabras para
consolarle, consuélale con tu silencio”.
Hoy sé que: “ De poco sirve
que prediques la verdad si la gente no te cree: ¡vívela en silencio!”.
Hoy sé que los árboles
son silencios que nadie oye; los animales, gritos que nadie escucha; las personas,
pregoneros en los que nadie repara.
M. Camacho
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