I ENCUENTRO TUNECINO-ESPAÑOL DE INTELECTUALES Y ESCRITORES 2011
PONENCIA: ALIENTOS DE ESPERANZA
(MANUEL CAMACHO FERNÁNDEZ)
No permitas que se
destruya todo aquello por lo que tus padres entregaron sus vidas; ni faltes al
sagrado deber de conseguir para tus hijos un mundo mejor.
Un mundo mejor: ese es mi sueño.
Queridos amigos: Esta
ponencia, titulada Alientos de esperanza, versa sobre el proceso
creativo de mi obra como escritor y poeta y, la verdad es que, para mí, el
proceso creativo de mi obra es sencillo e ilusionante:
En primer lugar, responde a la llamada de una
vocación. Es decir; a la inclinación a crear una obra que colabore en la
transformación positiva del mundo y permita la expresión de dones y valores
propios en beneficio de los demás. Esta es, por tanto, la primera clave de mi
obra como escritor y poeta, la vocación.
En mi vocación han influido, sin ninguna duda, mi
lugar de nacimiento, la época en que nací y mis maestros:
Mi lugar de nacimiento es Sayalonga: un pueblecito
pintado de cal, posado sobre la cima de una montaña de La Axarquía (comarca
hermosa de Málaga la bella, situada en la parte más oriental de la provincia).
En el territorio de Sayalonga, concretamente en la
alquería de Pedroche (Batagís), hoy desaparecida, nació Ali Ben Ahmed Ben
Mohammed “al Hasani”, historiador y poeta...; estudió oratoria y poesía en
Granada y escribió una historia de la Meca y versos laudatorios dirigidos a los
gobernadores de Málaga; murió en Málaga, en el año 750 de la hégira (1349 de la
era cristiana).
La época en que nací fue la década de los cuarenta,
concretamente el año 1944: Eran aquellos unos años y un tiempo en los que la
palabra era Ley; no hacía falta firmar contratos, bastaba con un apretón de
manos. Eran aquellos unos años y un tiempo en los
que se creía que el honor volaba más
alto que la propia vida porque sin honor no hay libertad y sin libertad la vida
se convierte en una eterna agonía... ¡Cuánto ha llovido desde entonces!; tanto
que, al caminar, el alma se mancha de barro.
Mis principales maestros han sido mis padres, que
lo dieron todo por sus hijos; el Ejército, al que me llevó la ilusión por un
mundo mejor y en el que aprendí que: “No hay mayor gloria que la de aquellos
que encuentran la felicidad el servicio a los demás; y la naturaleza: “Mirando a una flor, me
enamoré de la vida”.
En segundo lugar, responde al aliento de una esperanza; a la confianza en que podemos
alcanzar la meta, hacer realidad nuestros sueños: “Que nadie ni nada apague la llama de la esperanza que
arde en tu alma; mientras permanezca encendida, existirá la posibilidad de
cambiar al mundo”. Esta es la causa de mi entusiasmo y segunda clave, la
esperanza. Así lo
refleja el siguiente poema, titulado La caja de Pandora:
Miraba más allá de las estrellas
con ojos
encendidos de amargura;
y una lluvia de
lágrimas, a mares,
desbordó los
arroyos de su alma
inundando los
campos de su vida.
Lo perdió todo,
todo excepto la esperanza.
Tras una vieja
noche, despertó un nuevo día;
miró sus manos
blancas,
y las halló
colmadas de sonrisas.
Y esta máxima que
dice: “Su mirada está triste; ha perdido la
esperanza”.
Y esta: “Si en tu vida
lo ves todo negro, abre un agujerito de amor para que entre un rayo de
esperanza”.
Y esta: Mientras haya
personas dispuestas a escuchar y a perdonar, hay esperanza para el mundo.
En tercer lugar, responde a una locura de Amor, de un amor con mayúsculas; ese
sentimiento que mueve a desear que la realidad amada alcance lo que se juzga su
bien y a procurar que ese deseo se cumpla, para gozar como bien propio el hecho
de saberlo cumplido. Luego, la tercera clave es el amor; que lo embellece todo,
que le pone alas al alma; así lo expresa el siguiente poema titulado Cuando
el amor nos alcanza:
Cuando el amor nos alcanza,
las sombras se espantan;
y un ponto de luz alumbra
las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
se limpian las aguas;
y ríos de plata reflejan las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
florecen las plantas;
y un dulce perfume embriaga las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
los pájaros cantan;
y un himno de gloria cautiva las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
los vientos amainan;
y un aire
apacible serena las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
se mecen las ramas;
y un suave murmullo arrulla las almas.
Cuando el amor nos alcanza,
Los cuerpos se abrazan;
y un bello poema encumbra las almas.
En
cuarto lugar, responde al aroma de la belleza. La belleza huela a bondad;
sí: “La belleza es la imagen de la bondad, reflejada en el espejo del
alma”. La belleza huele a perdón: “¡Qué
hermoso es equivocarse!; si no nos equivocásemos, no podríamos gozar de la
belleza del perdón”. La belleza huele a eternidad: “El
tiempo se llevo tu hermosura, pero no pudo arrebatarte la belleza”. La belleza
huele a muerte: “La muerte es un presente sin futuro, que resulta muy hermoso
si lo llenas de esperanza”. La belleza huele a vida: “Señor, ayúdame a
descubrir el misterio de la vida para que pueda gozar de tanta belleza”. La belleza huele
a humildad:
Es bello contemplar en el
espejo
las cañadas que han producido
las aguas torrenciales de la
vida,
a lo largo del tiempo,
en los campos del alma.
Aunque mi obra no tiene como
propósito fundamental el entretenimiento, ya que busca la reflexión del lector
para que encuentre un camino sin sombras que le conduzca hacia una dicha
verdadera; intento dotarla de propiedades que impulsen a amarla a todos aquellos que la lean y que infundan en los
mismos deleite espiritual, con el fin de que tengan un viaje ilusionante; para
ello recurro a la figuración poética, a la métrica blanca, al sentimiento... Mi
obra es mi vida; la belleza, la cuarta clave de mi proceso creativo: “La belleza no tiene dueño; pertenece a todo el que sabe
apreciarla”.
Para dar luz a la sombra de
mis palabras en mi torpe afán por explicar mi proceso creativo; quiero
trasladar, a toda mi obra, algunas de las hermosas palabras que sobre mis
versos escribió D. Víctor Márquez Pailos, prior de Silos, en el espléndido
prólogo de uno de mis libros, Aromas de sándalo; y cito:
“... El poeta
Camacho es el hombre Manuel Camacho. Su verso es su vida, escrita sin palabras.
Por eso, cuando escribe, habla. Oímos su voz, sentimos el temblor de sus
palabras.
Esperamos del
verso de Manuel Camacho que cumpla su destino en este mundo. Y el destino de su
verso en este mundo parece ser edificar otro mundo, un mundo mejor y más puro.
Hay en la poesía de Camacho alientos de una vida llena de esperanza que
encuentra en el amor su inspiración más genuina y verdadera. No podría ser de
otro modo ya que es un amor vivido y no un amor ideal el que habita las
palabras del poeta. Sus palabras, como él mismo declara, "poseen el valor
de aquel que las pronuncia o las escribe; y éste, el de su honradez...". Fin de la cita.
Y algunas otras
palabras, no menos hermosas, de las que el profesor Gustavo Villapalos escribió
en el magnífico prólogo de otro de mis libros, Senderos de gloria; y
cito:
“... Eso, y
mucho más es este libro con el que el autor nos reta, con suave maestría, a
adentrarnos en nuestra propia alma para tratar de ser mejores, y así intentar
hacer que el mundo sea también mejor. Un mundo que nos verá crecer como
personas, abriendo nuestro corazón a la libertad, desterrando de nuestra mente
los pensamientos negativos, e iniciando caminos de superación y entrega, que
como nos dicen sus páginas, serán la vía a través de la cual podamos encontrar
la felicidad...”. Fin de la cita.
Y, para finalizar, como muestra de mi
obra, un corto relato. Su título, Retrato
de una ambición. Le da entrada un pequeño poema; y dice así:
RETRATO
DE UNA AMBICIÓN
Alguien
cortaba una rama
del
árbol de la alegría,
y,
al cortarla, se escuchó
una
voz que le decía:
“No
la corte, ¡por favor!,
ella
es parte de mi vida”.
Efigie I
EL TRIUNFO DEL MAL
Era
un jardín hermoso, poblado de camelias rosadas; en el centro del jardín, un
árbol grande, muy grande, tan grande que
su copa tocaba el cielo y sus ramas daban fruto suficiente para alimentar a los
muchos y diversos pajarillos que anidaban en ellas en alegre armonía. Unos en
las ramas del norte, otros en las del sur, otros en las del este...; todos,
contentos con su suerte y orgullosos de su árbol: El Árbol de la Alegría.
Bueno,
no todos los pajarillos estaban contentos. A algunos, que más que pajarillos
hay que llamar pajarracos, de plumaje negro brillante, como la negrura del
infierno, y de pico robusto, como la punta de una taladradora (cuervos), no les
gustaba compartir, con el resto de los pajarillos, la fruta de la rama en la
que anidaban, y decidieron cortarla del árbol. Aunque los cuervos eran minoría,
ante la pasividad del resto de los pajarillos, consiguieron su objetivo; cortar
una rama del árbol de la alegría. Una rama que no les pertenecía: Las cosas
pertenecen a aquellos que las aman; y quién no ama el árbol, no ama las ramas.
El ejemplo fue seguido por otros pájaros de
igual plumaje y calaña. Hasta tal punto que el árbol se quedó sin ramas, en el
tronco, y se secó; la misma suerte corrieron las ramas: Les arrebataron su
común y universal destino; y, sin destino, dejaron de caminar. Del tronco
seco y de las ramas, los cuervos hicieron leña para calentar sus maldades.
El grajeo de los cuervos despertó a los
monstruos de la inmoralidad y del hambre; que devoraron la sociedad. Las
camelias se marchitaron, y las almas dejaron de brillar.
Los
pajarillos se vieron obligados a construir sus nidos en el suelo, y a
alimentarse de sobras de comida vertidas, por los cuervos, en los tiestos del
cántaro de la vida[1]...; y acabaron convertidos en aves de corral.
Efigie II
EL TRIUNFO DEL BIEN
Está
escrito, en “El libro de los sueños”,
que el Bien triunfará sobre el Mal. Tal vez por ello existe una segunda
versión del relato, con un hermoso final; pues, según ésta, los negros
pajarracos (los tiesteros) no llegaron a
cortar la rama donde habitaban del árbol al que pertenecía; ya que, cuando todo
parecía indicar que iban a conseguirlo, ocurrió un suceso sorprendente que
cambio el curso de los acontecimientos:
Por
aquel entonces se celebró el Campeonato mundial de corales; una
bellísima competición que tenía lugar cada cuatro años, y en el que
participaban las selecciones de pajarillos de todos los árboles del mundo
clasificadas en la competición previa. En esta ocasión, por primera vez, quedó
merecidamente campeona, ¡campeona del mundo!, la coral de El Árbol de la
Alegría.
Este
hecho despertó las conciencias dormidas de los pajarillos que lo habitaban; los
cuales derrocharon entusiasmo y alegría por todos los rincones del árbol, y
colocaron en sus ramas símbolos de unidad como muestra de la satisfacción y del
orgullo; del amor; que sentían por su árbol, por todo su árbol. La reacción de
los pajarillos desconcertó a los cuervos; que no desistieron de su empeño, muy
al contrario, temiendo alguna reacción adversa a sus macabras pretensiones,
intensificaron sus actividades y aceleraron las gestiones separatistas.
Y
sucedió que; de manera espontánea, sin convocatoria previa, respondiendo a la
llamada de su conciencia; los pajarillos de todas las ramas, y de forma muy
destacada los pajarillos jóvenes, se pusieron en marcha, hacia la rama que los
cuervos querían cortar; fueron tantos
los pajarillos que llegaron a la rama, que abarrotaron todos sus tallos; y en
ellos se aposentaron; en una actitud pacífica, pero valiente y generosa
–heroica-, dispuestos a entregar sus vidas, si fuese necesario, por la
integridad de su árbol; y con la firme decisión de permanecer en ella hasta que
quedara libre de pajarracos.
La libertad
no se espera, se busca; no se da, se toma; no se llora, se defiende…
Al
principio lo pasaron mal, algunos pajarillos perdieron su vida bajo el pico de
los cuervos, ¡su sangre selló el compromiso de amor y libertad del resto de los
pajarillos que, ayudados por los buenos del lugar que resultaron ser muchos,
consiguieron expulsar a los cuervos y a algunos grajos y cornejas que se habían
apuntado a la traición; todos ellos fueron al infierno. Desde entonces, reinó
la paz y el cielo abrió sus puertas a los pajarillos de El Árbol de la
Alegría.
Como podéis ver,
hay, en Retrato de una ambición, una finalidad: proporcionar un medio
para combatir y derrotar, en este caso, al separatismo; pero que puede ser
aplicado a otras perversidades. Hay esperanza: esperanza en que el bien triunfe
sobre al mal; no olvidemos que así está escrito, y así sucederá. Hay Amor: amor
a la unidad, el amor une el desamor separa; amor a la justicia; amor al Amor, a
la Verdad. Y hay belleza, eso creo; pero esto os corresponde juzgarlo a
vosotros.
¡Muchas
gracias!
- F I N -
[1] Nota del autor.- Cántaro de la
vida: cántaro de barro construido por aquellos que asumieron el sagrado deber
de conseguir para sus hijos un mundo mejor; amasando el barro con su sangre,
sudor y lágrimas; y en el que se recoge agua, el agua de la vida, en los días
de lluvia para regar las almas en tiempos de sequía. No permitas que los hijos
de las sombras (los “tiesteros”) lo rompan para adueñarse de un tiesto que
apenas recoge agua para beber una gallina.
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