A Ignacio Echeverría,
un hombre valiente.
D. E. P.
La maldad hace a los seres débiles y cobardes; su aparente poderío se apoya en el miedo de los demás; principalmente, el miedo a la muerte. Sé valiente, no le tengas miedo a la muerte; hazte amigo de ella; recuerda que, tarde o temprano, todos tenemos que morir; piensa que lo que realmente importa, quizás lo único importante de nuestra vida, es morir con dignidad; porque sólo así, la amiga muerte nos llevará al paraíso de la vida eterna. El valor no es una cualidad, es una actitud: “No es valiente el que no tiene miedo, sino aquél que intenta vencerlo”.
Haz siempre lo que debas hacer: aunque el miedo te corte la respiración; aunque el valor te lleve a la muerte; en eso consiste el heroísmo. Y eso hizo Ignacio Echeverría; un valiente, un héroe, un hombre de bien; ha muerto joven, pero no ha sido en vano: que Dios premie su heroísmo y perdone nuestra cobardía.
EPÍLOGO
La falsa bondad es la peor de las perversidades. Esta es la bondad que suelen practicar, sin ningún rubor, los políticos de las “democracias” de Occidente; que dejan libres las manos de cobardes asesinos y atan las de la gente de bien, impidiendo que éstos puedan defenderse. Si asumen el deber de proteger a aquellos a quienes gobiernan, y no lo hacen; ellos (los políticos) son, a mi entender, los principales culpables...
M. Camacho
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