martes, 1 de diciembre de 2015

LA MALDAD NO TIENE SEXO (DIVIDE Y VENCERÁS)



No confíes en aquellos que hablan de iluminar el mundo prescindiendo del astro sol.



Considero que no existe un acto más ruin y cobarde que aquel mediante el cual el fuerte abusa, maltrata, hiere o llega a matar al más débil; aquellos que lo practican merecen el desprecio de toda la sociedad en la que están integrados, y el peso de la justicia.

Me parió una mujer, mi madre; a mis hijos los parió otra mujer, mi esposa; mis hermanas, obviamente, son mujeres; amo dulcemente a mujeres: “La amistad es un amor dulce”, y soy amado dulcemente por mujeres... Adoro a las mujeres; las adoro por su belleza y hermosura, y por esa gracia divina que Dios les ha concedido de poder ser madres.

“El esplendor de una mujer únicamente es superado por la unión, en el amor, de un hombre y una mujer”. Esta grandeza de unión en el amor, hace inmensamente fuertes, invencibles, a los seres humanos (mujeres y hombres); es por eso que los hijos del mal quieren apagar ese gran esplendor, romper la unión en el amor de un hombre y una mujer enfrentando a ambas partes (divide y vencerás); y, para lograrlo, nada hay más efectivo que crear una víctima y un verdugo; un ser dulce, bueno, débil... (la mujer) y otro amargo, perverso, fuerte... (el hombre). De esta vileza de los hijos del mal, se hacen eco, por desgracia, mucha buena gente.

En más de una ocasión, en mi tertulia habitual; tras la lectura de unos poemas inspirados en la muerte de una mujer a manos de su compañero de viaje (en algunos casos, excompañero), y digo compañero y no pareja porque el problema para los hijos del mal está claramente en la unión mujer-hombre; me he sentido señalado como un cobarde asesino, por el hecho de ser hombre. Puede que los poemas estén bien, y que, tal vez, se queden cortos en la descripción de los hechos; pero, a mi entender, están muy lejos de la justicia y de la verdad al dejar, en el aire, la idea de que los hombres, todos los hombres, son, en potencia, seres crueles y cobardes que maltratan y  asesinan a otros seres compasivos y débiles que son las mujeres, sus mujeres; no, no es justo ni verdadero: “La maldad, queridos amigos, no tiene género.

Aunque no hay nada, absolutamente nada, que pueda justificar estas muertes, en lo que va de año (1 de diciembre de 2015) ya son 48 las mujeres que han muerto a manos de sus compañeros o excompañeros de viaje en España, me gustaría que reflexionásemos:

Uno.- Sobre qué es lo que ha podido llevar a un hombre a matar a su compañera de viaje, la madre de sus hijos, y, a continuación suicidarse (en un considerable número de los casos así ha sucedido). Pienso, con perdón, que en estos casos la mujer muere una vez, y el hombre dos veces: una cuando mata a su mujer, y la otra cuando se quita la vida.

Dos.- Sobre por qué se produce tanto eco, quizás justificado, cuando muere una mujer a manos de su compañero, y no ocurre lo mismo, se silencia, en el caso contrario: cuando muere un hombre a manos de una mujer; ya son 29 en lo que va de año, el ultimo hace poco, en Sevilla, a martillazos, en este caso, la mujer se suicidó.

Tres.- Sobre por qué no se produce el mismo clamor de condena cuando una mujer, una madre, arroja a su hijo recién nacido, a veces vivo, a un contenedor de basura; o cuando escuchamos la macabra noticia de que más de cien mil mujeres abortan, cada año, en España, en muchos casos tan sólo porque la criatura, la criatura más inocente e indefensa del mundo (el no nacido), su hijo, resulta molesta. Y podríamos seguir, pero creo que es suficiente...

¡NO, QUERIDOS AMIGOS, NO: LA MALDAD NO TIENE SEXO, NI ALMA!


                                                                   M. CAMACHO


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