¡Vive, y deja vivir..!
Cuando veo la injusta,
cobarde y despiadada
persecución
que sufren las personas
que, con respeto a los demás
y en uso de su libertad
y entendimiento,
toman la decisión valiente
de no ponerse la vacuna;
razones, no les faltan:
oscuro origen de la causa,
sin un vivo interés por encontrarla;
la criminal gestión de la pandemia,
con tremebundas consecuencias
(infinidad de muertes,
mortal pobreza...);
violación de derechos
fundamentales,
sin fundamento
(cada día, más restricciones;
cada vez, más contagios...);
el aprovechamiento
vil de la situación, por parte de
unos miserables políticos
que no respetan a su pueblo
y ven en la pandemia
la posibilidad de conseguir,
mediante la manipulación
y la inoculación del miedo,
un poder absoluto
que le permita decidir
sobre la vida de la gente,
¡sentirse dioses!;
oportunismo de laboratorios
que, en vez de aunar esfuerzos
en la consecución de un eficaz remedio,
emprenden, cada uno por su lado,
una feroz carrera
con el fin primordial
de llegar el primero
a ese ingente mercado
de gente temblorosa
que espera la atijara
para comprarla a cualquier precio;
fundadas dudas sobre
una macabra finalidad;
y la clara evidencia
de la poca eficacia
que tiene la vacuna
(los vacunados se contagian
y siguen padeciendo
el efecto de los contagio),
junto con la gran inquietud
por sus efectos derivados
(algunos, conocidos,
celosamente custodiados;
otros, preocupantes, ignorados)...
Por todo ello,
y mucho más, y mucho más...;
cuando lo veo, cuando yo lo veo,
no puedo apartar de mi mente
la imagen del crimen perfecto
en organizaciones criminales:
un crimen sin testigos;
eliminando a todos los presentes
o convirtiendo a éstos
en colaboradores necesarios
para la ejecución del crimen.
La maldad y vileza
de la actitud de aquellos,
los de la criminal gestión;
sólo son superadas
por la cobardía de éstos,
los colaboradores necesarios:
¡que Dios se lo demande..!
M. CAMACHO